Morir en tiempos de coronavirus no es fácil. Los enfermos de COVID-19 tienen que estar aislados y fallecen sin la cercanía de los suyos, sin poder ser despedidos al ser suprimidos los velatorios y la restricción en los ritos funerarios. Estas limitaciones se han extendido a todos los fallecimientos, independientemente de las causas. En estas circunstancias, ha quedado bloqueado el ritual de despedida.

Los rituales de despedida son una herramienta que ayudan a las personas a elaborar su duelo, de manera que facilitan la transición desde el dolor, la rabia y la negación hacia una emoción muy resiliente y muy necesaria, que es la tristeza.

Los rituales de despedida y de acompañamiento del cuerpo del familiar sirven para despedirse del ser querido: pudiendo resolver los asuntos pendientes, pedirle perdón, o perdonarle, darle las gracias y decirle adiós.

Estos rituales facilitan un espacio social para expresar y validar nuestras emociones, recordar su vida y la repercusión que tuvo en la nuestra, pudiendo recordar anécdotas compartidas por compañeros de trabajo, familiares y amigos.

En este espacio hallamos apoyo social mutuo para poder afrontar esa pérdida, demostrando con nuestra presencia física y acompañamiento, nuestro apoyo con palabras y abrazos de consuelo a nuestros familiares.

No poder visualizar al ser querido, entorpece el inicio del duelo y aumenta las probabilidades de que se desarrolle un duelo complicado. No poder despedir a un familiar o un amigo, es un factor de riesgo.

Para afrontarlo de la mejor manera posible, dadas las actuales circunstancias, es aconsejable:

  • Mantener contacto con familiares y amigos a través de la tecnología para sentirse más acompañado.
  • Continuar expresando lo que se piensa y se siente.
  • Intentar mantener hábitos saludables de alimentación, sueño y ejercicio físico moderado, para el bienestar físico y emocional.
  • Permitirse momentos de tranquilidad para descansar.
  • Distraerse e ir pasando el día poco a poco, dejándose sentir ese dolor por la pérdida.
  • Siempre, pero especialmente ahora, puede resultar reparador, despedirnos a través de la escritura.
  • También se puede preparar una despedida del fallecido, homenajeándolo y recordándolo con toda la ternura y el amor que sentimos por él para ayudar en el proceso de aceptación.
  • Al no poder ir a visitar a nadie, a los allegados les queda la opción del teléfono y las videoallamadas que pueden ser un buen aliado.
  • En el caso de niños que han sufrido una pérdida, hacer dibujos, leer cuentos que hablen de la pérdida de un ser querido, ver fotos o recomponer la historia de la familia son algunas ideas que puede ayudarles a asimilar la muerte.

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