Dando por hecho que van a ser informados del fallecimiento del ser
querido, lo habitual es que nos encontremos con:

  1. Variaciones en la comprensión de la información que les hemos
    dado: En los primeros años, pueden no entender de manera
    completa esa información, así habrá cosas que entiendan y otras
    que no acaben de entender, llegando a obcecarse con las ideas
    que no manejan.
  2. Temores y miedo a que la muerte les sobrevenga a ellos o a otros familiares, mostrando preocupación por su salud.
  3. Preguntas sobre los detalles y aspectos morbosos de la muerte.
  4. Pueden mostrar enfado y agresividad tras el fallecimiento, debido a la pérdida del cuidado y las actividades que les proporcionaba la persona fallecida.
  5. Pueden mantenerse en un mundo “irreal” con sus actividades, su humor, su conducta y su mundo social intacto.
  6. Si aparece la negación, pueden mostrarse reacios a abordar el tema o a hablar de la muerte, manteniendo una actitud evitativa.
  7. Problemas de concentración asociados al duelo.
  8. Bajada del rendimiento escolar.

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